Por: José Castilla Álvarez
Contamos una triste historia de deslealtad institucional y gubernamental que continúa generando preocupación e indignación entre los habitantes de Valledupar. Un presidente de la República, un ministro de Justicia y un director del INPEC, ideólogos, ejecutores y verdugos.
Esta cárcel que alberga a los delincuentes más temibles del país fue construida e inaugurada en el año dos mil por el presidente, Andrés Pastrana, con una capacidad locativa para mil 600 reclusos, comenzando por Luis Alfredo Garavito (muerto) y ahora mismo, “Satanás”, ubicada en Valledupar, capital del departamento del Cesar- Colombia, alberga también otra triste historia con un desenlace fatal para la seguridad de una tierra que le ha entregado al país alegría, folclor y cultura a través de la música vallenata. El designio parece cobrarle caro a sus habitantes los orígenes oscuros y traicioneros de un director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario que traicionó al alcalde de turno, Johnny Pérez Oñate (1998-2000) quien de buena fe y elegancia institucional le entregó un lote de 15 hectáreas para que construyera con recursos de la nación una nueva cárcel judicial y municipal, ante la emergencia carcelaria producto del hacinamiento y los brotes de violencia que para la época de los años 90 dejaron varios muertos como saldo de un cruento motín liderado por peligros delincuentes confinados
El aludido director del INPEC, para la época, Francisco Bernal Castillo, cambió el uso a la tierra que por minuta de cesión y escritura se había establecido en términos legales. Este, sin ningún impedimento ético ni moral, pero si con sobrada deslealtad, decidió construir una Cárcel de Alta Seguridad en Valledupar, a pesar de la protesta de la sociedad civil, clase política, el alcalde y el gobernador, Mauricio Pimiento. Años más tarde, el mismo INPEC le cambio la categoría o denominación y pasó a ser cárcel de alta y mediana seguridad, para poder albergar según disposiciones estatutarias y reglamentarias, presos sindicados. El escurridizo director Siguió su camino haciendo valer la posición dominante del gobierno nacional frente a los entes territoriales, sobre todo pequeños. Esta fortaleza arquitectónica trajo sus diseños elaborados por el Buró Federal de prisiones de los Estados Unidos. Allí también las hay construidas para condenados a cadena perpetua y pena de muerte y con un sistema de vigilancia incorruptible, a diferencia del oxidado y anacrónico INPEC colombiano. En esas cárceles norteamericanas no salen llamadas para extorsionar, tampoco para ordenar asesinatos y masacres.
La historia comenzó el 3 de abril de 1997, cuando la ciudad se preparaba para celebrar la versión No. 30 del Festival Vallenato, con una sangrienta toma de peligrosos delincuentes recluidos en la Cárcel Judicial de Valledupar, ubicada en el barrio Dangond, durante la gobernación de Mauricio Pimiento y la alcaldía de Elías Ochoa Daza. Allí hubo secuestros, asesinatos, torturas y el país en vilo observó por televisión las macabras escenas dantescas. Este episodio originó preocupación entre los habitantes del barrio protestando y exigiendo una reubicación del centro carcelario. Para estos efectos el Concejo Municipal le entregó facultades al alcalde, Elías Ochoa, para traspasar por donación, mediante acuerdo No. 027 del 26 de diciembre de 1997 un lote de propiedad del municipio, al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario INPEC. Este organismo responsable de la seguridad penitenciaria y carcelaria en Colombia muy poco o nada le importó la problemática y al no presentar alternativas de solución, fue el Concejo y la Alcaldía quienes tomaron la gallarda decisión de plantear la salida. Pérez Oñate, hizo efectivas las facultades conferidas por el Concejo para traspasar por donación un lote de terreno de 15 hectáreas, de propiedad del municipio, al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, INPEC, vía escritura No. 310 del 17 de febrero de 1998, contemplando la siguiente condición en la cláusula quinta. Textualmente dice: “La concesión que se le hace al INPEC es para que este construya las edificaciones necesarias para el funcionamiento de la nueva cárcel de Valledupar, para cuyo fin, se ha cedido el terreno mencionado, y en caso que por cualquier causa no sea construida en el término de cinco años, el lote de terreno de la referencia volverá a ser de propiedad del Municipio de Valledupar”
La dirección del INPEC y el gobierno de Andrés Pastrana desconocieron las obligaciones escriturales y procedieron a la construcción de lo que hoy el país conoce como “La Tramacúa”. Expresión salida de la jerga periodística y vallenata del periodista, Enrique Camargo Plata, quién le hizo una visita al penal en compañía de la ministra de cultura para la época, Consuelo Araujo, el mismo alcalde, Johnny Pérez, el ministro de justicia, Rómulo González y el fiscal, Hernán Maya. Camargo Plata, impactado por lo inmenso de la edificación, las paredes fortificadas a prueba de balas, bombas, puertas de acero, laberintos y callejones a prueba de fugas en donde la misma sombra se pierde, se paró frente a Consuelo y dijo: “Es una Tramacúa”, endilgándole el significado de fortaleza. La exministra vallenata, autora de un libro titulado Lexicón Vallenato, en donde hace un acopio, recolección y rescate de términos usados por la vallenatía, le quedó sonando el termino y contribuyó a su expansión cuando en una reunión a manteles en Bogotá, dijo: “En Valledupar se inaugurará, como dijo, Kike Camargo, “La Tramacúa.” En ese momento la prensa nacional que hacía el respectivo cubrimiento continuó llamándola como hoy se conoce
El malestar aún se siente en la ciudad potencializado y referenciado por las constantes extorsiones provenientes de su interior y la llegada de estructuras criminales que apoyan y respaldan a peligrosos delincuentes que allí a 40 y 45 grados de temperatura se encuentran encerrados pagando por lo que han hecho.
La molestia del alcalde fue manifiesta al darse cuenta del incumplimiento y se negó a firmar y asistir a la inauguración de la cárcel, por el presidente de la República, Andrés Pastrana y el ministro de justicia., Rómulo González. El gobierno nacional actuó sin concertar, sin dialogar y terminó imponiendo la voluntad y la humillación del ejecutivo. Preocupado el ministro por la negativa del alcalde, por la inconformidad y el rechazo que le causó la decisión unilateral, decidió, avalado y autorizado por el presidente Pastrana, llamar a la ministra de cultura, Consuelo Araujo Noguera para que intercediera y convenciera al alcalde de lo contario. El alcalde fue invitado por la ministra a su casa a un almuerzo privado y logró convencerlo. Hoy muestra su arrepentimiento por haber accedido y siente una como una cruz pesada, el señalamiento que se le hace de ser el culpable de la construcción de La Tramacúa.
Para subsanar el mal generado a los habitantes del barrio Dangond y a la propia ciudad se ha planteado la posibilidad de que ahora el INPEC compre un lote cercano al mismo penal y construya la nueva cárcel, pero no ha sido posible. Mientras tanto, Pérez Oñate, está en procura a pesar de los años, de salvar su responsabilidad ante los vallenatos y anuncia que próximamente dará a conocer un comunicado a la opinión pública en donde explicará con más detalles aspectos inéditos sobre el engaño al que fue sometido.
Allí han trasladado delincuentes y depravados de la talla criminal de Garavito, Popeye, Adolfo Arrieta, Alías Pichi. Tommy Masacre, Rafael Uribe Noguera, El Monstruo de los Cañaduzales, Javier Velasco, empaló y asesinó a Rosa Elvira Cely, Luis Gregorio Ramírez, asesino de 60 mototaxistas, Orlando Pelayo, asesino de su propio hijo de 11 meses, el asesino de Iván Ríos, miembro de la Farc, Miguel Rodríguez Orejuela, y ahora su nuevo visitante “Alías Satanás”. Solo para mostrar una muy pequeña y reducida lista. Hace muy pocos días un comando de criminales dotados con armas de largo alcance dispararon ráfagas contra la estructura de la Tramacúa, en un acto de desespero para mostrar el poder y el respaldo a “Satanás”, quién ha declarado una huelga de hambre como presión para que sea reubicado en otro patio. Ahora mismo se encuentra incomunicado, aislado y sin posibilidades de dar órdenes de extorsión y asesinatos, al menos eso dice el INPEC.