El congreso tiene una responsabilidad mayúscula en los próximos días con la expedición del presupuesto para 2026 ligado con una reforma tributaria que podría ser letal para las empresas y los medios de producción del país. El gobierno está interesado en capitalizarse, tener mas dinero en plena campaña política y direccionar conciencias y votos hacia el candidato que señale el presidente en las próximas elecciones presidenciales. Se teme que el congreso se deje “comprar” y le deje al pacto histórico el camino allanado para continuar en el poder
Mientras el Congreso se prepara el último debate del presupuesto general, otra discusión que debe poner sobre la mesa es qué pasará con la reforma tributaria. Habrá que tener en cuenta el presupuesto desfinanciado, las metas fiscales del país a largo plazo, y la necesidad de una reforma estructural que modifique la forma en que pagamos los impuestos los colombianos.
El Congreso tendrá una semana crucial: le quedan pocos días para definir la distribución de los recursos con los que contará el país el próximo año y así evitar que el Gobierno vuelva a expedir el Presupuesto General vía decreto. Pero el proyecto tiene un problema: viene amarrado a una reforma tributaria, la más ambiciosa que se ha tramitado en la historia del país.