II PARTE
Por: José Castilla Álvarez
“Yo Nunca había visto un enemigo más esquivo y astuto para impedir un atentado en su contra que Pizarro”
Para Carlos Castaño la planeación y ejecución del atentado fue una verdadera acción patriótica porque Colombia se hubiera enrarecido con un presidente de Escobar, y Pablo bien amigo de la guerrilla, así lo manifestó Carlos Castaño, y agregó, si las circunstancias se volvieran a repetir, lo volvería hacer. Fue muy difícil ejecutarlo, fue seguido durante tres meses y varias veces estuvo a punto de morir. Una de ellas y bien cerca fue en una marcha en plena calle bogotana y otra al interior del mismo Congreso de La República en donde lograron ingresar una subametralladora cuatro veces.
Ante la imposibilidad de matarlo por lo astuto y lo sagaz, Castaño modificó el esquema criminal y se detuvo a pensar y a buscar alternativas para la ejecución y comenzó a hacerse cientos de preguntas. Una de ellas la personalizó y encontró la respuesta que necesitaba. Se preguntó. “¿Dónde me matan a mí? ¿En qué lugar soy vulnerable?”. Dándole gracias a Dios la respuesta le llegó a su lucido y bien trabajado cerebro que grabada todo en su memoria de largo plazo, para evitar el olvido. ¡En un Avión! De inmediato empezó la tarea haciendo cálculos para no sacrificar vidas inocentes dentro de la nave y contrató dos pilotos amigos. Castaño quería saber a que altura estallaría un avión si se disparaba desde adentro y la respuesta de los pilotos fue categórica y contundente- El avión despega y comienza su presurización progresiva al alcanzar los primeros mil pies de altura, continua su presurización al superar los 15 mil pies. Entonces en esa altura comienza a tornarse en una bomba de aire, como los globos en las fiestas de cumpleaños que, al ser perforados con un alfiler, explotan.
Con la información a la mano se calcularon los minutos para dispararle a Pizarro a partir del del despegue del avión. Cinco minutos. Todo fue calculado con milimetria quirúrgica y acto seguido organizó un comando de cuatro hombres cada uno desempeñando un rol dentro del plan. El joven designado para disparar se mostraba seguro y sin rasgo de crear sospecha, incluso lo demostró en su camino para abordar. Castaño lo preparó simulando todas las partes internas del avión usando sillas platicas. En la práctica usó la misma Mini Ingram calibre 380 que ingreso un civil por la salida de los vuelos nacionales en el Aeropuerto El Dorado de Bogotá, Colombia. Ese civil se hizo pasar con una escarapela falsa como mayor de la Policía Nacional hablándole con autoridad y don de mando al guardia quién lo hizo seguir haciéndole la venia con un seguro y respetuoso movimiento de cabeza de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
PIZARRO ENGENDRO DE ESCOBAR
Entre los hermanos Castaño, Fidel, Carlos y un grupo de civiles antisubversivos bautizados como paramilitares tomaron la decisión de matar a Carlos Pizarro, ante la imposibilidad de acabar con Escobar que por profundas diferencias ya se habían convertido en enemigos. Pizarro se postuló como candidato a la presidencia con un gran apoyo popular y Escobar estaba dispuesto a financiarlo en su totalidad, pero lo tenía chantajeado y extorsionado. Pizarro había perdido toda autoridad moral frente a Escobar que el país no conocía y por eso lo apoyaba tanto. Ante esta triste realidad esos personajes consideraron que no podían permitir una presidencia manipulada por Pablo Escobar y decidieron matar a Pizarro.
El plan resultó perfecto, pero hubo un detalle que le costó la vida al joven sicario. Castaño tenia interceptados a los guardaespaldas de Pizarro (eran muy habladorcitos) y pudo conocer por el dialogo de ellos un cambio de vuelo confirmado desde Bogotá para Barranquilla. Hubo que reprogramar la estrategia. También tenía interceptada a la Empresa de Teléfonos de Bogotá y de esta manera verificó la salida del nuevo itinerario. Conocido este dato madrugaron los cuatro elegidos hacia el Aeropuerto, incluido el propio Castaño. Compraron los cuatro pasajes y solicitaron ser ubicados en sillas muy cercanas en donde viajan los personajes. Ellos mismos eligieron los puestos.
Carlos Castaño, también se fue para el Aeropuerto y se ubicó en el segundo piso sentado en una mesa de la cafetería que tenía a través de una ventana de vidrio, vista perfecta hacia la pista. Desde allí alcanzó a ver a Pizarro desplazándose con sus escoltas hacia el avión y saludando a los curiosos con su brazo derecho apuntando hacia el firmamento en donde más tarde estaría descansando para siempre. Minutos antes de llegar al terminal Aéreo, Pizarro le concedió una entrevista por Caracol Radio al periodista, Yamid Amat. Castaño, sentado y disfrutando de un café estaba escuchando la entrevista y al finalizar le llamó la atención cuando Yamid al cierre de la entrevista le dijo: Suerte comandante, Cuídese. Castaño susurró: “Caramba, como si lo presintiera.”
Ya dentro del avión todo está organizado. El arma escondida en el baño de atrás y el sicario muy pendiente de los cambios de luces internas de la nave que le indicaban el momento preciso de levantarse ir al baño en pretinarse el arma caminar de punta a punta por todo el pasillo y dispararle una ráfaga a Pizarro, Todo listo. Los escoltas del difunto le dieron de baja al sicario. Todo estaba programado para después de dispararle al objetivo el joven sicario intimidaba con falsas bombas y dinamita, a la tripulación, para que se dirigiera a una pista de aterrizaje preparada para la fuga, pero esto fue lo que falló y que les anunciamos en un párrafo atrás.
Hubo una discusión entre los escoltas de Pizarro porque un miembro de la tripulación les notificó que no podían llevar armas. Estos discutieron y se molestaron tanto que la tripulación les aceptó ingresar armados, pero los ubicaron en los asientos de atrás. A Pizarro, por su parte lo ubicaron adelante, detrás de uno de sus guardaespaldas. Estas intimidades ocurridas al interior de la nave fueron contadas por los tres integrantes del comando que salieron como si nada hubiera pasado. Uno de ellos murió en la guerra contra los Pepes, en un intento por liberar a un secuestrado y los otros dos siguieron con honores integrando las Autodefensas.
Mientras tanto, Carlos Castaño Gil, viendo desde la misma cafetería el regreso del avión y sin conocer los detalles de lo ocurrido adentro, pero intuyéndolo, exclamó. ¡se salvó Colombia ¡

