Las autoridades, la historias y la propia conciencia “Alcoceriana”, tendrán la respuesta que seguramente el país nunca conocerá
Por: José Castilla Álvarez
Verónica, apareció en Estocolmo con una abultada cartera financiera haciendo parte del Jet Set Sueco y con una vida llena de lujos, privilegios y encuentros en exclusivos sitios de rumba sueca. La nueva vida de quién fuera la esposa del presidente colombiano, Gustavo Petro, hasta hace muy poco tiempo porque logró acompañarlo en su posesión como primera dama y a posteriores actos públicos cambió, pero sin desprenderse de las ventajas que le otorgó su rol marital, pero sufragadas por el horario de la nación.
Además de estos posibles actos bochornosos de corrupción propiciados por su propio “exmarido”, y que ahora deberán ser materia de investigación por cuanto ya ella no ocupaba el cargo como primera dama, dato entregado a la prensa por el propio Petro. También circulan versiones que tejen sospechas y dudas coherentes que podrían terminar de manchar de negro los últimos meses de gobierno que le quedan al “presidente separado”
Existe una coincidencia sospechosa que podría resultar muy amarga y rodeada de trafico de influencias, corrupción y favorecimiento hacia la señora Verónica Alcocer y sus hijos. Se trata de su estadía y permanencia en Estocolmo que coincide con el millonario negocio que acaba de hacer el gobierno colombiano con la republica de Suecia mediante la compra de 16 aviones para usos militares, ambientales y de salud por valor cercano a los 17 billones de pesos. ¿Será mera coincidencia? Porqué una mujer tan alegre, tan caribeña, tan expresiva y culturalmente tan abierta, ¿elige irse a vivir en un país en donde encuentra la antítesis de todos sus patrones culturales y en done muy pocos paisanos encontraría?
Las autoridades, la historias y la propia conciencia “Alcoceriana”, tendrán la respuesta que seguramente el país nunca conocerá