En las filas castrenses y fuerzas armadas en general en estos nuevos momentos gubernamentales se están manejando criterios emocionales, racionales y reflexivos, nunca antes visto ni previstos por la lógica de la guerra, la defensa y la política. En los últimos gobiernos, empezando por los dos de Álvaro Uribe, al ejército colombiano se le dotó de la mejor herramienta para poder enfrentar a los feroces enemigos que tiene la nación. Guerrillas, paramilitares, delincuencia común y narcotráfico.
Los resultados se fueron decantando y una muestra palmaria es que la guerrilla de las Farc se vio obligada a negociar con el gobierno de Juan Manuel Santos. No cabe duda que el ejército ha ganado credibilidad y respeto, porque también ha dado resultados que han sido dignos de elogios y premios por varios países desarrollados que quedaron perplejos con la operación Jaque, el bombardeo al campamento de Raúl Reyes y al mono jojoy. Nuestro ejército tiene cosas para mostrar. Se ha enfrentado durante 60 años con esos bien apertrechados enemigos, y si bien es cierto que no los ha podido vencer, tampoco les ha permitido tomarse el poder. Los más grandes gestores del crimen, están en las cárceles y otros en las tumbas.
Pero ahora, parece que la cosa cambió, y este ejército batallador se siente humillado por el gobierno de Gustavo Petro y su ministro de defensa, Iván Velásquez. 43 suboficiales acaban re renunciar voluntariamente y se prevé que cientos de ellos preparan sus cartas para también irse de las filas militares- Algo pasó y está pasando con la política militar que impone el nuevo gobierno, que comenzó cambiando toda la cúpula militar. Eso es un acto normal de todo gobierno que entra a ejercer sus funciones constitucionales.
¿Qué hay detrás para tanta deserción? Lo cierto es que los militare de hoy se sienten relegados, parece que se les ha prohibido atacar al enemigo, mientras que el enemigo si está atacando. En algunos casos de esporádicos enfrentamientos, son ellos los investigados por violación a los derechos de los delincuentes, y no se les brinda acompañamiento jurídico. No existe un plan gubernamental para mejorar la carga salarial. Todo esto le ha causado, lo peor que puede ocurrir a un ejército en el mundo. “Desmoralización”.