Se observa en todo el territorio colombiano un incremento inusitado de paros, marchas y protestas. Derechos amparados por el orden legal. Derechos de los cuales se está abusando, en algunos casos de manera extorsiva. Aquí en este desorden legalizado intervienen comunidades afro, indígenas, campesinas, raizales, estudiantiles y sindicales, y algunas otras, como la LGTBI que de manera pasiva se organizan y para protestar contra la discriminación de género salen a las calles y forman una besatón, en Bogotá le llaman “picos”, en la Costa “martillar”. Esa no debería ser la manera de protestar porque los efectos son contrarios. Es retar y desafiar a la comunidad heterosexual que mira eso con asco. Pero bueno.
Las autoridades llámense nacionales, locales o regionales le tienen miedo, incluso la propia policía que tiene que salir a enfrentarlos. El actual gobierno que por principios ideológicos los apoya y también por estrategias políticas y de campaña- caso primera línea-, está sufriendo los rigores de su propio invento, el presidente Gustavo Petro, arropado en su intimidad conceptual, debe estar muy aburrido con ellos. En algunos casos salen sus líderes pagados por un político que quiere debilitar a su adversario gobernante
Amparados en su legitimidad constitucional hacen lo que quieren, tapan vías, destrozan locales comerciales, ocupan edificios, hieren y matan policías, arengan vulgar y ofensivamente contar la institucionalidad o un gobierno, calumnian, presionan y amenazan a quieren no quieren ir al paro o marchar, usan niños como escudos. Aquí paramos, porque hay más. Entramos en el terreno de un concierto de delitos cometidos y protegidos con el manto de la impunidad. Tiene derechos y desconocen sus deberes.
Los gobiernos los miman porque les tienen miedo por el destrozo que le causan a su imagen y el orden público. Son los “reyezuelos” del caos, y todo lo que consiguen lo hacen por presión y no por derecho. Entonces respetándoselos también hay que imponer la autoridad y hacer valer y respetar el derecho de quienes no están de acuerdo. Además del daño que le hacen a la economía. Los medios de comunicación son culpables por convertirse en tribuna gratis de la promoción al caos. A Epa Colombia la volvieron famosa por haber destrozado la infraestructura de Transmilenio.