En el manejo de la política, proyectos y diversos temas de hondo calado en el marco de cualquier gobierno, sin interesar su ideología, es importante, vital y determínate tener en cuenta, la experiencia, el rigor académico, la ponderación, la personalidad y la procedencia, de los miembros del equipo ministerial. Eso es clave y funciona como un escudo infranqueable y blindado que protege al presidente de dardos letales y venenosos. Eso le hace falta a Gustavo Petro. Está rodeado de inexpertos sin la suficiente experiencia y experticia en el manejo de la cosa pública. Muy pocas excepciones, vale la pena destacar al ministro de Hacienda José Antonio Ocampo, al saliente ministro de educación, Alejandro Gaviria y Cecilia López Montaño, en la cartera de Agricultura. Hasta ahí.
Los criterios de selección y enfoque del presidente para designar en dichas carteras a sus acompañantes ministeriales no fueron los sugeridos y entendidos por la lógica y la técnica académica. No cabe duda que Petro se dejó llevar por el impulso a su formación ideológica y también por su apego a la lucha de género, eso es un sesgo difícil de reconocer y compartir, por la naturaleza de la responsabilidad para manejar los destinos de un país con tantas dificultades. No se pueden desconocer las buenas intenciones de nuestro mandatario presidente para cambiar y arreglar las cosas torcidas que encontró. Las tres reformas en discusión son necesarias, pero equivocadas y cargadas de ideología y revanchismo. Tiene un buen paquete para hacer el cambio pasando por la implementación de un programa nacional de energías limpias con paneles solares y una adecuada infraestructura, servicios públicos, etc. Pero prefirió mal acompañarse y quedar como un reyezuelo en un frio palacio, abatido por la intranquilidad y la frustración. Si Petro no cambia su enfoque no solamente le hará daño al país, lo sufrirá la propia izquierda colombiana a quien nunca más se le volverá a elegir un candidato en el Palacio de Nariño, y de paso, la izquierda latinoamericana también perderá más credibilidad de la que ha perdido en los últimos años por los desastres gubernamentales en cabeza de Nicolás Maduro